“Logaritmos Neperianos”, por Ángel Fernández Tripiana “Tripi”
“Cualquier persona puede hacer complicado lo simple. La verdadera creatividad consiste en hacer simple lo complicado” – John Coltrane (1926-1967), Músico y Compositor.
Hay un rasgo común en no pocos entrenadores de baloncesto de formación que cada vez compruebo con mayor evidencia y que se repite con demasiada frecuencia: la facilidad de complicar lo sencillo y simple y hacerlo aparecer como complejo. No sé, tal vez sea el querer parecer más instruido que otros compañeros lo que los lleva a trabajar con ejercicios muchas veces de gran sofisticación. No sé por qué abstrusa razón los lleva a veces a complicar lo que puede ser sumamente sencillo. Hay quien es capaz de decir: 1+1= [[(9x3)/3]/3]-1 y estaría dándonos una respuesta correcta, muy rococó, pero correcta. Obviamente es más sencillo decir 1+1 =2 y punto, aunque entonces pasaríamos por simples y poco eruditos.
Establecer metas y fines con los ejercicios que utilizamos en los entrenamientos es fundamental y sin duda algo que debemos hacer, pero resulta demasiado fácil para un jugador distraerse del objetivo final cuando el fundamento a trabajar va diluido en una intrincada rueda con movimientos que no hacen sino dispersar la atención del propio jugador sobre el propósito del ejercicio.
Disponemos de un sinfín de ejercicios a nuestro alcance que todo entrenador debería saber filtrar y tamizar, porque obviamente muchos de ellos no son los más adecuados para el nivel de nuestros jugadores ni para lograr nuestra meta final, y sin embargo a algunos entrenadores la distinción entre “apto” y “no apto” de un ejercicio les puede resultar borrosa y eligen algunos con una complejidad tal, que más parecen un problema de logaritmos neperianos que una simple rueda de baloncesto.
La situación puede resultar algo parecida a esta: Visualicemos la escena. Chavales, dice el entrenador dirigiéndose a sus jugadores, el ejercicio consiste en lo siguiente… “La derivada del logaritmo neperiano es igual a la derivada de la función dividida por la función.” ¿Está claro? Y acto seguido miras la cara de la tropa y tienen la misma que yo cuando mi profesor de matemáticas, en el Colegio Virgen del Carmen, me decía que tenía que resolver el “Límite de la inversa de un polinomio en el infinito”. ¿Lo cualo qué? De hecho ese profesor es el culpable de que tenga todavía esta cara de idiota. No se lo perdonaré jamás Don Federico, jamás. ;))
¿Qué queremos lograr con el ejercicio? ¿Mejorar el pase? ¿Tirar mejor? ¿Trabajar con la mano menos hábil? Eso es lo verdaderamente importante y no que el ejercicio sea más o menos bonito o sofisticado.
En el baloncesto formativo se está principalmente para enseñar fundamentos. Claro que esto no puede hacerlo cualquiera sino quien sabe enseñar. Habría que hacer una distinción entre los entrenadores que saben enseñar la técnica de los fundamentos y entre quienes sólo saben trabajarlos. Entre quienes explican, demuestran y corrigen los fundamentes y entre los que sólo se limitan a repetir sin más olvidándose de corregir ya que están más pendientes de que su laberíntico ejercicio salga bien, que de si se ejecutan correctamente los fundamentos.
Entre las personas suele existir un debate vital entre improvisadores o planificadores, entre los que lo fían todo al destino o los que les gusta tenerlo todo bajo control. Pues bien, ese debate vital NO debe existir en el mundo del entrenador de baloncesto, debería ganar LA PLANIFICACIÓN que es sin ninguna duda, una forma muy efectiva de llevar el control y evolución de nuestro equipo y jugadores.
Cuando planificamos estamos realizando una previsión de lo que puede ocurrir. Es un ejercicio de anticipación en el que mostramos cómo queremos que evolucionen nuestros jugadores, nuestro equipo. Siempre habrá factores que escapen a nuestro control pero, cuando existe una planificación, realizar las correcciones más adecuadas que nos lleven de nuevo a nuestro objetivo es más sencillo. Cada entrenador es un mundo, y cada uno debe encontrar su propia filosofía y estilo, pero estableciendo y adaptando la planificación en función del nivel y de las necesidades de sus jugadores y de las expectativas del equipo y el club. Es antes y durante esa planificación cuando tendremos que evaluar la idoneidad o no de los ejercicios que queremos proponer para la temporada o la sesión de entrenamiento. Es en la planificación donde deberemos cribar toda esa ingente cantidad de ejercicios de que disponemos para quedarnos sólo con los más útiles y aptos para nuestros jugadores.
Algunos entrenadores padecen lo que llamo el Síndrome del Clinic, tienden a hacer en sus equipos lo aprendido en el último congreso de entrenadores al que han asistido sin ponderar si es adecuado al nivel de sus jugadores. Piensan que al ser un entrenador esnob no hay problema para realizar de inmediato lo aprendido, independientemente de si es conveniente o apto para el nivel de sus jugadores, craso error. Claro que, ¿acaso no son todos esos errores los que forman nuestra personalidad y aprendizaje como entrenadores?
A aprender de los errores se le llama EXPERIENCIA, a repetirlos varias veces se le denomina NECEDAD. Como ya dijimos en otro artículo, si como técnicos no somos capaces de aprender de nuestros errores, no sólo se ralentizará nuestro aprendizaje como entrenador sino que volveremos a cometer los mismos fallos y eso pasaría a ser preocupante. Un error nos convierte en fracasados sólo si no sabemos convertirlo en experiencia.
Por cierto, aprovecho este foro para vender mi preciada piedra.
Como hemos dicho anteriormente, todo esto viene dado muchas veces por la falta de planificación y evaluación del trabajo por parte del entrenador que acaba siendo el típico procrastinador que no prepara adecuadamente los entrenos por comodidad y termina por echar mano de sus ejercicios fetiche, esos que repite durante toda la temporada el entrenador holgazán sin atender a un plan ni a la evolución del jugador. Uno de los ejercicios fetiche y paradigmático del entrenador-perezoso es el famoso contraataque a once, que no es sino “ese ejercicio” que los entrenadores hacemos cuando no sabemos qué hacer o no preparamos los ejercicios que deberíamos estar haciendo.
Después de más de media hora con el 11, haciéndolo mal las mayoría de las ocasiones, el entrenador-perezoso o poco responsable acaba el entrenamiento con el clásico K.O, ejercicio letal donde los haya en categorías de formación. Muy divertido SÍ, pero totalmente contraproducente mientras nuestros jóvenes jugadores no adquieran una correcta mecánica del tiro. Sólo cuando ejecuten bien técnicamente el tiro debemos proponer ejercicios de competición de ese tipo. Porque claro, esa es otra, se realizan muchas veces ejercicios nada instructivos ni pedagógicos en categorías de formación al no valorar la capacidad intelectual, ni física, ni técnica de los jugadores. No quiero decir con esto que hacer el contraataque a once o el K.O sean malos en sí, hablo de utilizarlos cuando no corresponde por la falta de técnica o edad de nuestros jugadores. O como comodín o sin criterio por no haber preparado la sesión de entrenamiento, o como forma de relajarse el entrenador con los mismos. Otra cosa es que los utilicemos con criterio y dentro de nuestra programación.
Desde luego una cosa está clara: a lo sencillo se tarda un tiempo en llegar, el secreto está en no complicar lo fácil, al menos eso parece lo más inteligente. En los pequeños detalles se encuentra muchas veces el alma de un fundamento. En los pequeños ejercicios se descubre rápidamente sin un jugador domina determinado detalle técnico.
El baloncesto de formación se puede comprender mejor cuando encontramos la forma más sencilla de ejecutarlo. Parafraseando el principio de la navaja de Ockham podemos decir que, en igualdad de condiciones, el ejercicio más sencillo suele ser el más efectivo.
El verdadero problema es que, en su afán de aparentar estar a la última, para que otros compañeros y sus jugadores los admiren, muchos entrenadores, en general poco relevantes por su aporte al conocimiento del baloncesto, se han dedicado a complicar las cosas, de tal guisa que ahora los entrenadores de formación saben lo que es un Crossover, un Close out, un Pick and Pop, un Over-load o un Box Set así como un largo etc. de términos muy esnob. Pero muchos de esos entrenadores no saben enseñar el pase, el bote y el tiro a sus jóvenes jugadores, obviando que es ahí en esos fundamentos donde está la esencia del juego. Seguramente creen que si hablan con una jerga muy técnica y entrenan de manera compleja resultarán más interesantes de cara al exterior.
Las ideas simples tienden a ser obvias porque tienen un toque de realidad y naturalidad. Pero hay entrenadores que no se fían de lo simple, piensan que siempre hay un ejercicio, una solución oculta más compleja. Es un error. Por eso, en el baloncesto una solución sencilla suele funcionar muy bien, pese a que hay quien no lo ve así.
Aún recuerdo aquel entrenador en un Clinic que, tal vez para impresionar a sus chicas y/o a los allí presentes, propuso un ejercicio tan elaborado, tan sofisticado, que sólo faltó la comentarista de televisión española instruyéndonos: “Doble mortal y medio inverso, carpado. Dificultad de salida 3”. Eso sí, años después todavía me pregunto qué detalle técnico de sus jugadoras pretendía ver, qué fundamento o concepto del juego pretendía trabajar con esa rueda logarítmica. Aún sigo hoy rascándome la cabeza y con la misma cara de zote.
Ángel Fernández Tripiana “Tripi”
Entrenador Superior de Baloncesto
@TripiCoach
Artículo publicado en el Blog Viveelbasket