“El Mánager Cuñadérrimo”, por Ángel Fernández Tripiana “Tripi”
“No hay espectáculo más temible que la ignorancia en acción” (Goethe, poeta y dramaturgo alemán)
Que tenemos derecho a opinar es algo obvio, es un privilegio que todos tenemos aunque por lo general pocos lo ejercemos adecuadamente. Eso sí, opinar es un derecho que puede resultar perjudicial si se utiliza indebidamente. En puridad podemos decir que no deberíamos opinar de lo que ignoramos y darle pábulo de ningún tipo ya que la ignorancia va adquiriendo confianza y se agranda a medida que avanza el tiempo.
Nunca nos enseñaron, o no supimos aprender, que dar una opinión sin tener el conocimiento apropiado puede acarrear graves consecuencias a terceras personas. No nos enseñaron, o no supimos aprender, que cada afirmación que sale de nuestra boca, sea correcta o incorrecta, pasa automáticamente y sin ninguna inspección ni filtro a formar parte de la opinión de nuestro entorno e inclusive más allá por medio de las Redes Sociales. Deberíamos tener como norma general el no opinar de lo que desconocemos y no convertirnos en Tertulianos todólogos o en el perfecto cuñado que todo lo sabe y de todo opina, dicho esto en los términos que hoy pululan por Internet.
El baloncesto de formación no es más que un reflejo de la sociedad y en él nos encontramos los entrenadores todo tipo de casuística, si de los PADRES de los jugadores hablamos. Una cosa vaya por delante, el baloncesto formativo no existiría sin la colaboración de los padres, madres y familiares. Los necesitamos, eso está claro, y no podemos pretender que sólo sean “los chóferes y los patrocinadores” de sus hijos, pero eso no les debería dar derecho a opinar sobre la labor del entrenador en términos técnico-tácticos, actuando como verdaderos advenedizos cuando en general son unos neófitos. Su imprescindibilidad no les da derecho a gritar a su hijo y al entrenador durante los partidos, ni a meterse con los árbitros y los jugadores del equipo contrario, ni mucho menos a juzgar en casa las decisiones del entrenador ni las acciones de su hijo.
Los progenitores deben entender que para sus hijos el baloncesto es un momento de recreo y expansión donde divertirse. Con el baloncesto aprenden a relacionarse con los demás, a trabajar en equipo y con el tiempo aprenderán a competir, a ganar y a perder como algo inherente al juego. Los niños practican deporte por diversión. Olvidar esta máxima y generar presión en los hijos es el mejor camino para conducirles a que lo abandonen.
Ver a algunos padres en acción en las gradas dirigiendo los partidos es todo un espectáculo. Tienen un catálogo sinfín de directrices: ¡PASA!, ¡CORRE!, ¡BOTA!, ¡TIRA!, ¡SALTA!, ¡DEFIENDE!, etc. y claro, cuando estas instrucciones se entremezclan unas con otras, se convierten en la mayoría de los casos en un batiburrillo, y para lo que a un padre es ¡pasa! para el de al lado puede ser ¡tira! Uno puede estar gritando ¡corre! y otro junto a él diciendo ¡tranquilo! en una especie de construcción de la Torre de Babel en la que cada cual habla un idioma distinto.
No digamos ya cuando se meten en cuestiones técnico-tácticas. Muchos progenitores tienen verdaderos problemas en distinguir un tiro libre de un tiempo muerto, nótese la ironía, pero a ellos les da igual, con un par de partidos vistos ya conocen el baloncesto mucho mejor que el entrenador y los colegiados. ¡Árbitro pasos! ¡Dobles! ¡Zona! ¡Entrenador pide tiempo! ¡Quita a tal y pon a cual! ¡Cambia la defensa!
No se los motivos por la que los padres no entienden que el baloncesto es una actividad extraescolar más y como tal deben tratarlo. Es una actividad física que se desarrolla de lunes a viernes y así deben verla, más allá de si su hijo juega más o menos el sábado.
En mi ya dilatada trayectoria como entrenador, nunca he llegado a comprender ni a saber las abstrusas razones por las que los papás y las mamás aprenden tan rápido y sin apenas esfuerzo la técnica, la táctica y las reglas del baloncesto, y sin embargo no son capaces de aprender inglés, música o informática, actividades extraescolares estas a la que también están apuntados sus hijos. Por esa regla de tres, en España deberíamos tener una cantidad ingente de músicos, informáticos y filólogos ingleses, y es evidente que no es así. Por favor ¡Que alguien me lo explique!
El catálogo de padres es enormemente grueso, me rio yo del catálogo de IKEA, y podemos encontrar en él gran cantidad de modelos:
-El padre chófer.
-El padre positivo.
-El padre implicado.
-El padre pesado.
-El padre entrenador.
-El padre negativo.
-El entrenador padre.
-El padre maleducado.
-Etc.
La nómina puede extenderse bastante más, pero de un tiempo a esta parte ha surgido como hongos el Padre Mánager. Mucho más; el Padre Cuñado. Más todavía; el Padre Cuñadérrimo. ¿¡Qué digo!?… El Padre Mánager Cuñadérrimo.
El Padre mánager cuñadérrimo no se limita a saber muchísimo de baloncesto, bastante más que cualquier entrenador, por mucho que se halla preparado y estudiado, ¡dónde va a parar! No y no. Este prototipo de padre se dedica a cambiar a su hijo de Club y Equipo, donde acaba encontrándose normalmente con algún entrenador “cierra actas”, sin más criterio, el padre y el entrenador, que anteponer la victoria a todo. El padre mánager cuñadérrimo busca ganar y ganar sin valorar ni ponderar nada que no sea eso. Le da igual que el nuevo entrenador tenga una conducta dudosa y no tenga sensatez ni grandes conocimientos pedagógicos. Le da igual desarraigar a su hijo o a su hija de sus amigos y entorno. Le da igual que su hijo o su hija tenga que recorrer, para ir a entrenar, kilómetros y kilómetros perdiendo un preciado tiempo para los estudios u otras actividades. No le importa el proceso, tan sólo el resultado, todo por el triunfo, todo por presumir ante sus amigos en el
trabajo o en las redes Sociales de los logros de su hijo, que acaban convirtiendo en sus propios éxitos. Todo esto a edades muy tempranas; en Minibasket e Infantiles, con 12 o 14 años donde sólo ellos, los padres mánager cuñadérrimos, son capaces de adivinar ya a un Gasol, un Ricky o un Ibaka, vamos, lo que se dice un auténtico ÑBA. ¡Estamos aviados!
Deberíamos tener claro dos cuestiones:
1ª El comportamiento de los padres es uno de los factores más influyentes en la actitud de los hijos en el futuro. Los padres que meten a sus hijos la competitividad mal entendida, los que les dicen que hay que ganar de cualquier manera, los que les dicen que para llegar a ganar vale todo están cometiendo un error casi irreparable. Ya se sabe: de palo…palito.
2ª La figura del entrenador es la pieza más importante del rompecabezas que forma el hábitat del jugador. En la iniciación al baloncesto el entrenador debe ser un referente, un modelo de conducta a seguir y eso justamente es lo que deben evaluar los padres y no las cuestiones técnico-tácticas, o si se ganan más o menos partidos.
Kobe Bryant fue elegido en el número 13 del draft de 1996 cuando tan sólo tenía 17 años. Tras 20 años de triunfal carrera en la NBA anunciaba esta temporada su despedida y aprovechó los focos para dar un consejo al chaval que él era con 17 años y que le hubiera gustado recibir en aquel momento.
“El consejo más importante que puedo darte es que te asegures que tus padres siguen siendo tus PADRES y no tus agentes”.
Ángel Fernández Tripiana “Tripi”
Entrenador Superior de Baloncesto
@TripiCoach
Artículo publicado en el Blog Viveelbasket