“Competir, ¿forma o deforma?”, por Eduardo Burgos
El baloncesto queramos o no queramos es un DEPORTE DE COMPETICIÓN. Es decir, jugamos contra un rival, no jugamos solos, nuestra intención siempre será superar al rival anotando más canastas que él, por tanto, se juega para GANAR.
Partiendo de esta base que es ineludible, podríamos entrar en un terreno ampliamente abordado sobre cómo queremos que se COMPITA y si la expresión GANAR tiene que obnubilar todo.
Mi amigo Tripi en su blog y en twitter ha escrito mucho y bien sobre esto, resumiendo por no extenderme demasiado entendemos que se juega para ganar, pero no todo vale, hay formas y formas, pero siempre con todo lo que implica la palabra formando. FORMAR PARA GANAR y no GANAR PARA FORMAR.
Pero mi artículo pretende centrarse en: ¿COMPETIR FORMA O DEFORMA?
Mi opinión personal es que la competición es una parte importantísima y necesaria en la formación del jugador, sin embargo, mal entendida e interpretada puede deformar más que formar.
CÓMO FORMA LA COMPETICIÓN
La competición es formativa cuando consigue enseñar al jugador a:
-Comportarse en el campo y fuera del campo (antes, durante y después de los partidos).
-Ser buen compañero (animarlos y no corregir, para eso está el entrenador)
-Ser más tolerante con el error (no hacer aspavientos si un compañero se equivoca, lo ponemos nervioso y pierde confianza).
-Saber medir el grado de exigencia propio y el de sus compañeros (saber convivir con el error).
-Aprende a respetar al rival, pelea al máximo en la pista, pero se correcto con él, tratándolo como te gustaría que te trataran a ti.
-Enseña a acatar las normas y reglas de juego.
-Aprende a respetar la autoridad (del árbitro, de su entrenador, etc).
-Aprende a saber ganar y perder. A todo el mundo le gustaría ganar, pero no siempre es posible. Por eso, el jugador debe aprender a asumirlo y no comportarse de forma agresiva y poco deportiva cuando no gane y de igual manera, cuando su equipo consiga la victoria (no jactarse de lo conseguido ante sus rivales y menos aún burlarse).
-Enseña al jugador a saber controlar su ira, cuando algo no le sale como esperaba.
-Ayuda a mejorar la concentración y a trabajar en equipo.
-Hace ver al jugador la importancia de formar parte de un grupo y cumplir sus normas: puntualidad, asistencia a los partidos (aun estando lesionado para arropar a sus compañeros), compromiso, implicación, integrarse con todos y poner la individualidad de cada uno al servicio del equipo.
-Educa en valores (generosidad, solidaridad, esfuerzo, comprensión, etc)
COMO DEFORMA LA COMPETICIÓN
-Principalmente cuando por ganar olvidamos todo lo demás, perdemos las formas, no respetamos al rival, lo avasallamos, tratamos de humillarlos y no de ganarles compitiendo de forma adecuada (presiones a todo el campo ante equipos más débiles que son necesarias).
-No buscamos como entrenadores el crecimiento y progresión lógica de nuestros jugadores, sino que únicamente pensamos en la victoria, aunque utilicemos tácticas no adecuadas (defensas zonales en edades tempranas), uso de bloqueos cundo no toca, posiciones específicas de juego desde muy pequeños.
-Permitimos al jugador estrella más de lo necesario.
-Jugamos siempre con los mejores y a los demás le damos la mínima participación.
-No se saluda al rival creyéndose superiores.
-Somos impuntuales, faltamos a partidos sin avisar.
-No controlamos nuestra ira. No da muy buena imagen que por ejemplo peguemos una patada al balón o paguemos nuestra frustración con el material.
-Protestamos a los árbitros y nos caen técnicas por doquier.
-No somos buenos compañeros y les echamos las culpas.
-Pensamos más en nosotros que en el equipo.
-No sabemos admitir la derrota y la encajamos mal.
-No sabemos digerir adecuadamente las victorias. Sacamos más pecho de la cuenta y no nos damos cuenta que en algún momento llegará alguien que te lo hundirá.
Indudablemente podréis encontrar más cosas que sean formativas y deformativas, está claro, aunque creo que con las que he expuesto aquí son suficientes para pensar un poquito lo que entraña el hecho de competir con respecto a la formación del jugador.
Entrenador Superior de Baloncesto