Nº1. 2c0, jugador con balón pase desde la cabeza y corta, jugador que recibe el balón juega con bote y pase desde bote al jugador que ha cortado, recepción y entrada a canasta.
Nº2. 2c0, Misma idea que el ejercicio nº86 con la variante que jugamos dentro-fuera.
Toni Becerra
Director del portal www.ejerciciosbaloncesto.com
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Nº1. 1c1 en poco espacio (no superar línea de conos), después 1c1 para cruzar la puerta (dos conos azules).
Nº2. 1c1 en poco espacio (no superar línea de conos), después 1c1 para cruzar la puerta lateral (dos conos azules).
Toni Becerra
Director del portal www.ejerciciosbaloncesto.com
Es un término bastante común utilizado en el mundo de los entrenadores. Se habla de que la profesión es bastante solitaria, que siempre fue así y que generalmente se da de esta manera. Y no sólo se detiene ahí, muchas veces se dice que no hay indicios de que se pueda modificar esa realidad.
Es algo que los entrenadores más experimentados le advierten a los más novatos, es inevitable.
Pensando sobre ello, muchas veces vemos esa soledad, la sentimos en nuestro trabajo y comprendemos de qué se habla cuando se menciona. Ahora bien, ¿Qué razones podemos adjudicarle a esta sensación de soledad?
La primera razón que podríamos exponer es que los jugadores son 12 (o más en muchos casos) y el entrenador es uno sólo o a lo sumo dos (en algunas ocaciones). Lo que nos pone en una situación de poco compañerismo o falta de pares para afrontar la tarea. Por lo que es difícil encontrar un oído o un hombro en el que apoyarse en un momento crítico. Con un asistente o dos en el cuerpo técnico esta idea se aliviana un poco, pero muchas veces el entrenador no puede o no encuentra ese apoyo en sus colegas. Los asistentes poseen muchísimas tareas y también objetivos personales que hacen que hacer de “psicólogo” del entrenador principal sea algo que queda, a veces, resagado en la lista de tareas. También pueden no estar preparados o capacitados para esto. Y lamentablemente la posibilidad de contar con un psicólogo en el equipo muchas veces se hace difícil incluso en los equipos profesionales.
Por otro lado también podríamos atribuir la soledad del entrenador al hecho de que somos juzgados todo el tiempo (o eso pensamos). Esa sensación de que cada movimiento que hacemos es observado y criticado hace que se nos haga difícil abrirnos con jugadores o dirigentes, incluso con nuestro cuerpo técnico, por miedo a contribuir a ese juicio permanente. Por lo que tendemos a crear esa distancia que no permite un acercamiento personal. Decisiones equivocadas o controversiales, son las que nos atormenta pensar en haber tomado. O peor aún, una de las situaciones que más sufrimos los entrenadores, no tener respuesta a lo que esté ocurriendo. Si pasamos por eso, se nos disparan todas las alarmas, y el demostrar que no sabemos como proceder aliementaría enormemente (según lo que creemos) a un sinfín de juicios por parte de todos. Entonces antes de pensar en contribuir a esto, preferimos callar y el no comunicarse y aislarse lleva a alejarse, por ende a la sensación de soledad.
Relacionado con lo anterior, muchas veces se dice que somos“los primeros culpables” de los resultados, por lo que hace que nos sintamos muy vulnerables por la presión (externa o interna) que esto trae. Cuando esto pasa, es muy probable quenuestras energías estén puestas en solucionar lo que esté pasando y esto gobierna nuestros pensamientos a tal punto de ser lo único en nuestra mente. Claramente si nuestra cabeza “está en otro lado”, no nos queda mucho lugar para interactuar, para brindarle atención a otra cosa, para relacionarnos: nos aislamos con nuestros pensamientos. Volvemos al punto anterior, aislarse = soledad. Cuantas veces nos habrá pasado en volver a casa a comer con la familia o con tu pareja y todavía seguimos pensando en que nos equivocamos en la defensa del Pick and Roll del mejor anotador del otro equipo, no sabemos de que se habla en la mesa y muchas veces nuestro entorno no está preparado o no tiene las herramientas necesarias para tolerar esto o para empatizar con lo que nos sucede, y seamos sinceros, nosotros nos dejamos gobernar por lo que puede haber sucedido en el juego y se nos hace difícil ponerle un freno.
Estas razones (y otras más) son las que nos hacen hablar de esa “soledad del entrenador”. Ahora bien, creo que esta cuestión se ha alimentado de todas las experiencias, vivencias y los ejemplos que podemos dar de dichas razones para comprobar su existencia y hacerla algo cotidiano, inevitable. El concepto se ha naturalizado, a tal punto de pensar que la realidad es esa, que es lo “normal” que sintamos estas cosas cuando nos desempeñamos en esta profesión, que “esto es así, porque siempre fue así”, y peor aún, no pareciera haber manera de modificarlo.
Y eso me despierta la siguiente reflexión y la comparto con ustedes: si bien es cierto que varias cuestiones están presentes constantemente en nuestra práctica, también hay algo que debemos tener presente, a pesar de que podemos intervenir para tratar de modificar nuestra realidad desde todo punto de vista, también, sobre lo que tenemos absoluto control es cómo nos sentimos y qué actitud vamos a tomar frente a los problemas antes descritpos (y todos los que tengamos, claro).
El primer paso que, en mi opinión, es fundamental poder separar todo este entramado de cuestiones problemáticas. En inicio, debemos trabajar sobre nuestra “apertura” con nuestros colaboradores y jugadores. Todo debería nacer desde ésta simple idea: dos o más cabezas piensan mejor que una. Si hay un problema por resolver, ¿por qué sólo el entrenador debe ser el encargado de resolverlo? ¿Cómo nos hace sentir eso? ¿De alguna manera contribuímos a que sea así? Si el cuerpo técnico de un equipo está constituido solo por un entrenador y un preparador físico, ¿por qué no consultarse en cuestiones que ambos puedan potenciarse? Claro que no le vamos a pedir al preparador físico que nos de la solución al triple cambio que el otro equipo nos está planteando a nuestra ofensiva, pero podemos consultarlo en cuestiones grupales, individuales, emocionales, etc. O incluso si nos encontramos solos podemos consultar a alguien de confianza que nos pueda dar una visión distinta a nuestro problema. Que busquemos ayuda no quiere decir que seamos peores, poco eficientes, débiles u otra cosa.
La misma idea podemos pensarla con nuestros jugadores, abrirnos con ellos en nuestras reflexiones y decisiones podrá ayudarnos a generar vínculos más fuertes con ellos. Es cierto que debemos ser capaces de poner una línea que divida el vínculo con los jugadores y nuestros roles, suele suceder que si generamos confianza con alguién, este piense que no vamos a tomar una decisión que tal vez vaya en contra de sus intereses. Si esto se aclara desde el comienzo, y utilizamos esa confianza para hablar abiertamente de por qué se toma la decisión que se toma y ambos tienen bien en claro esto, la relación puede ser buena y productiva. Existe un gran prejuicio entre los entrenadores y es muy común escucharlo “no hay que ser amigo de los jugadores”; el problema con él es que al pensar así, existen muchas chances de que nos volquemos al otro extremo y pensemos que no debemos tener relación alguna. Pensar en tratar de conseguir objetivos junto con alguien que no tengo absoluta relación es algo muy difícil. Por eso, personalmente creo, que sí debemos tener un vínculo con los dirigidos, y mientras más fuerte mejor, (siempre teniendo en claro la posición que ocupa cada uno y siendo abiertos en los malentendidos que podrían generarse) esto creará un mejor clima, hará fluír la comunicación y nos hará mas fuertes en épocas difíciles.
Continuando con lo mencionado más arriba, otra cuestión a separar: ser juzgado en nuestro trabajo no determina qué tan buenos seamos, y si alguien no está de acuerdo con nuestras decisiones debemos aceptarlo, pero no sentirnos atacados por ello, el único que conoce la situación realmente y qué proceso deductivo tuvo lugar para actuar o decidir como se hizo somos los involucrados en ella. Por lo que el juicio es hecho desde otra óptica distinta a la nuestra, no mejor ni peor, diferente. Debemos ser lo suficientemente claros con esto, si el otro pone en duda nuestras capacidades por un error que podamos tener, ese otro no está comprendiendo la situación enteramente. Y algo fundamental que debemos tener siempre presente: un juicio o crítica hacia mi labor, no es un juicio o crítica hacia mi persona. No tomemos de forma personal lo que se diga de nuestro desempeño, eso minimizará el daño y nos hará más receptivos a la opinión, la cual podremos utilizar para mejorar.
También, debemos aprender que mostrar que no tenemos respuesta a algo que esté sucediendo, no debería alimentar a ningún juicio. Al declarar que “no sabemos” estamos abriendo la puerta a aprender, y mejor aún, si lo declaramos junto con alguien estamos abriéndonos, pidiendo ayuda y generando un vínculo y un aprendizaje nuevo y en conjunto, algo extremadamente valioso.
Es una tarea difícil, pero debemos derribar ese pensamiento sobre ser juzgado, y obviamente no juzgar a los demás en sus acciones. Sería descabellado pensar que el otro va a pensar igual que nosotros o que está decidiendo mal sobre algo porque nosotros pensamos lo contrario, como dije en algunos post anteriores, no hay dos personas iguales por ende no habrá dos decisiones iguales, ni experiencias iguales.
Al continuar separando cuestiones, arriba mencionaba la idea de que “somos los primeros culpables”, totalmente impuesta por nosotros y por los demás, nos hace muy vulnerables. Si el equipo “X” pierde un partido, tiene una mala racha o mala temporada, ¿por qué se debería culpar al entrenador solamente? ¿O por qué a él primero? Si se trata de un EQUIPO, todos los involucrados tienen responsabilidad en el resultado, así como también lo tendrán cuando las cosas van bien. Y lejos de esquivar la incidencia de cada uno en el proceso, es un abordaje mucho más sano el de repartir la responsabilidad y saber hasta dónde llega la nuestra, que pensar que todo depende de nosotros. Al aplicar esto también dejamos de lado la pequeña costumbre que tenemos de sentir que cuando nos va bien es gracias a nosotros, seamos equilibrados, seguramente hemos contribuido al buen momento, pero no seamos tan vanidosos de pensar que es todo por nuestra labor.
Finalmente, terminando de desmarañar todas estas cuestiones, debemos ser capaces de que el trabajo no ocupe nuestras 24 horas. Sí, somos gente increiblemente apasionada y enamorada de lo que hace, y eso está bien; pero debemos utilizar estos sentimientos para disfrutar de nuetra tarea, no para sufrirla. Es complicado e implica práctica, sin embargo el juego o el entrenamiento debe terminar en el club y si necesita un análisis posterior, busquemos un momento o lugar que le podamos dedicar un tiempo a su reflexión. Pero este tiempo no es cuando volvemos a casa con nuestras familias, pareja, o nos vamos con los amigos. Saber marcar hasta qué momento nos va a acompañar el juego, es un gran paso para no aislarse y poder disfrutar más de lo que está fuera de nuestro trabajo. E incluso, el alejarse del tema un tiempo, nos va a permitir volver a él con otra paciencia, con otra energía y esto nos va a inspirar a solucionar el problema.
Luego de todo esto, podríamos volver a preguntar: ¿Existe la soledad del entrenador? ¿Contribuimos de alguna manera a qué ella exista? ¿De alguna manera nos ayuda que exista para cubrir otras cuestiones? ¿Podemos abrirnos, dejar nuestros prejuicios y desterrarla? ¿Qué posibilidades nos abriría eso?
¡Me encantaría leer sus comentarios al respecto!
Marcos Emilio (@CoachMeBasket)
Es difícil explicar estas situaciones, pero ocurren.
Los entrenadores en un club, muchas veces no son valorados por lo que saben , sino lo por lo que representan en su club, por el tipo de equipos que llevan, o por etiquetas prejuzgadas.
A veces cuando veo jóvenes entrenadores, me veo reflejado en ellos hace 25 años. Muchos de esos “tics”, son fácilmente identificables en épocas de aprendizaje, de hacerse un hueco en este mundo tan difícil. Llamo hueco, a ganar la credibilidad. Aunque eso también puede ocurrir cuando buenos entrenadores, que por el mero hecho de tener una cierta edad, los van relegando a equipos con menor proyección deportiva. En eso, el trabajo de entrenador se parece al mercado laboral y su línea de actividad.
Veo que esos jóvenes entrenan para ganar, aunque ellos saben que eso les perjudica en el futuro. Quieren ganar a toda costa su credibilidad para sumar enteros y tener opciones a equipos representativos de este club, o de otros. Y no les falta razón, la mayoría de ellos son juzgados por clasificar sus equipos a preferente, ganar un campeonato, clasificar a equipos para fases, etc…
Cuando algunos directores técnicos les dicen a esos entrenadores: Tienes equipo para clasificarte, has de quedar entre los tres primeros (por decir algo), etc, y ponen esa presión al entrenador, presión que también ejercen los padres, no saben que están perjudicando y mucho, el futuro de este entrenador.
Ese entrenador dejará de ser el mismo y querrá contentar a su entorno e incluso competir con él, con el fin de conservar su sitio de “trabajo”, este que suma quizás esos pocos euros mensuales, y que dada su juventud, se mezcla el ansia de hacerlo bien y la necesidad de ganar algo de dinero, para sus pequeños gastos, y el miedo a perder las dos cosas.
Y ahí estamos con ese cóctel, al frente de un equipo y de una temporada. Nervios, exceso de protesta, planteamientos rígidos (lo que denota falta de seguridad), dificultad de control en situaciones limite, y una larga lista que hace empequeñecer al entrenador y engrandecer la hipocresía.
Queremos entrenadores formadores que ganen. Y cuando eso se produce siempre oigo: “Ese entrenador/a lo hace bien”, “ese entrenador/a tiene futuro”.
¿Qué es lo que hace bien? ¿Ganar?, ¿Qué futuro tiene? Su único futuro es caer en la liturgia de que si ganas sigues, si pierdes te echan. Si consigues esa clasificación eres protegido por ese club, si pierdes esa credibilidad…que nunca habías tenido, solo te la dejaban, ya no la encontrarás.
Y ese entrenador se pregunta: ¿Dónde está todo lo que decían mis profesores, cuando me inculcaban la importancia de la formación, del aprendizaje, del trabajar los valores en el grupo, de que los resultados no son lo más importante?. Cuando hace eso y los resultados no son los esperados, se encuentra su DT que le esquiva, los padres con miradas de dudas, y él con esa edad donde todo te influye, confundido porque lo que le han dicho y la realidad, no se parecen en nada.
Quizás los que damos clase a estos entrenadores, deberíamos decir: No se preocupen por la formación, ustedes a la suya, ganen todo los partidos posibles, si ven una sombra que se aproxima, elimínenla, ustedes van primeros. Intenten que alguien se caiga de la silla y siéntense ustedes. Si los jugadores no saben baloncesto que aprendan solos. Ustedes hagan esos sistemas complejos, para que les den resultados deportivos. Sueñen todos con ser entrenadores ACB a cualquier precio…
Quizás si, pero va a ser que no. Va a ser que algunos vamos a seguir insistiendo en el otro baloncesto, ese baloncesto mal llamado romántico. Ese baloncesto formativo donde los aspectos más importantes sean otros y también el competir, porque una cosa no esta reñida con la otra. Ese baloncesto donde el jugador vea en el entrenador esa llave que abre la puerta para saber más.
Si no protegemos a los entrenadores jóvenes, el futuro de nuestro baloncesto, no será el que deseamos. Si dejamos que el status de un entrenador, respecto sus compañeros dependa de los resultados, sólo conseguiremos fracasos y decepciones, y lo que más me preocupa, que sólo sigan, esos entrenadores capaces de lo que sea para subir a ese podio, no al del efímero del resultado, si no al del poder que da el ganar y que otros pierdan.
Joan González
Colaborador de Entrenandobasket
A continuación, os dejamos un interesante vídeo sobre alimentación deportiva elaborado por el jugador venezolano, Thomas Machado.
Nº1. Azules defienden, defensor A puede defender en una situación de 1c2 o de 2c2. Si decide jugar 1c2 y recupera el balón 2 puntos para la defensa, si quiere jugar 2c2 antes tiene que ir a tocar la mano del compañero, si recuperan el balón un punto para la defensa. Si el ataque anota un punto para el ataque.
Nº2. Misma idea que el ejercicio anterior, defensor A puede tocar la mano del compañero cuando quiera. Puede empezar con 1c2 e ir a tocar la mano del compañero y jugar 2c2.
Toni Becerra
Director del portal www.ejerciciosbaloncesto.com
Continúan los entrenamientos en la Academia del Estrella Roja, como parte del V Campus Internacional de la empresa, Belgradobasketball. Hoy publicamos un vídeo de un entreno sobre el trabajo del bote y la coordinación.